El beso de judas al fútbol femenino

 

“Francia 2019 fue un punto de inflexión para el fútbol femenino”, dijo Gianni Infantino, presidente de la FIFA, a finales del año pasado. Desde hace un tiempo el ente rector del balompié mundial ha gastado mucha tinta y saliva para profesar su apoyo al fútbol femenino. Pero el pasado 17 de noviembre mandaron a la trituradora los sueños de un grupo de niñas nacidas entre el 1 de enero del 2000 y el 31 de diciembre de 2004 que anhelaban ir a Mundial sub-20 y otro lote que llegó al mundo entre el 1 de enero del 2003 y el 31 de diciembre de 2005 que se visualizaban en una Copa del Mundo sub-17. “Salud y seguridad primero”, fueron los argumentos.

 

“Para la FIFA sigue siendo prioritario ofrecer apoyo a sus federaciones miembro para que promuevan el fútbol femenino. Además de los fondos disponibles actualmente en el marco de la Subvención para el Fútbol Femenino COVID-19 y el Programa Forward de la FIFA, el Programa de Desarrollo del Fútbol Femenino de la FIFA ofrecerá más apoyo y asistencia a las federaciones miembro para que puedan invertir en todos los niveles del fútbol femenino”, aseveró Farma Samoura, secretaria general de la FIFA, en un comunicado de prensa el pasado  8 de septiembre.

 

En esa misiva Sarai Bareman, directora de la División de Fútbol Femenino de la FIFA, añadió: “El fútbol de primer nivel y los más de mil millones de telespectadores que tuvo el año pasado la Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019 dan buena muestra de cuánto ha avanzado el fútbol femenino. Nuestro objetivo es incrementar aún más su popularidad, y trabajar codo con codo con nuestras federaciones miembro nos permitirá lograrlo y conseguir que todo el mundo tenga acceso a este deporte”.

 

Un programa de ayudas muy bonito que incluye los siguientes programas: estrategia de fútbol femenino, campaña de promoción del fútbol femenino, desarrollo de ligas, licencias de clubes, formación de gestores y administradores, becas de formación para entrenadoras, mentores para entrenadoras y programa de liderazgo femenino en el fútbol. Pero que no es congruente luego de borrar de golpe y porrazo par de Mundiales juveniles por 30 piezas de plata. No parece el mejor apoyo para promover la práctica de la disciplina.

 

Pero ¿cuánto importa un Mundial sub-17 femenino?  “Este torneo no es solo el primer contacto de muchas jóvenes jugadoras con el fútbol internacional, sino que puede ser una fuente de inspiración para mujeres de todas las edades, en toda la India y en el resto del mundo”, explicó Bareman sobre la cita en India, el pasado 2 de noviembre, un torneo que se realizará en 2022. No parece cualquier cosa sus efectos inmediatos y posteriores, dichos por la misma FIFA.

 

Y, ¿en el caso del sub-20? “Para nosotras, ir a un mundial tendría una satisfacción intrínseca enorme. Sin embargo, esta competición significa mucho más. Para muchas chicas, no solo en Venezuela, jugar un mundial representa la oportunidad de ir a jugar profesional, la vitrina para continuar sus carreras en la selección mayor, la oportunidad de optar por una beca deportiva, la manera de apoyar económicamente a sus familias, y muchas otras cosas que perdemos junto a la oportunidad de vivir dicha experiencia en un mundial”, posteó Camila Pescatore, jugadora de la selección nacional sub-20, en su Instagram.

 

La publicación cerraba: “Ahora, nos quedamos con las ganas de vestir “la vinotinto” en un mundial. Aunque chicas de los años 2000, 2001 y 2002 estamos perdiendo mucho más que eso. ¿Alguien de verdad se ha puesto a pensar eso? Más allá́ de que el 2020 ha sido un año diferente a cualquier otro, me toca asumir que la razón por la cual nos quitaron de las manos nuestro más preciado sueño es porque el fútbol femenino NO LES IMPORTA. Así́ como se invierte y se mueve cielo y tierra para que el masculino juegue y genere ingresos, se podría mover al menos una nubecita más para que nosotras podamos cumplir nuestros sueños”.

 

El Sudamericano sub-17 no había iniciado por la pandemia, pero en el sub-20 iban por el cuadrangular final, donde estaba clasificada Venezuela. Las “Tigras” quedaron subcampeonas de Liga Conmebol Sudamericana y firmaron la mejor actuación en una fase de grupos del torneo continental sub-20. La pandemia sacó el lado más mercantilista de los dueños del circo, al masculino lo ponemos a jugar en burbujas rotas para que la maquinita de dinero siga sonando. ¿Y a las chicas? Nah, ellas no generan ingresos, así que jueguen en 2022. En la cuarta ola del feminismo nos da buen marketing defender los valores igualdad, hasta que nos cuesta 30 piezas de plata. En ese momento se le da el beso de judas al fútbol femenino de selecciones inferiores.

 

Sí, de selecciones inferiores. Porque, aunque en Venezuela se ve que rueda el balón en primera y segunda división, no hay señal de Superliga, Liga Nacional, Superliga Nacional o la denominación que le fuese a dar al torneo, a diferencia de otros países. El pasado 20 de noviembre la Conmebol hizo oficial que la Libertadores Femenina se disputará en Argentina, del 5 al 21 de marzo de 2021. En la tierra de Bolívar no hay señales de que se realice un torneo este año y la esperanza se resume en un campeonato relámpago para tener representación. Aunque no sería la primera vez que se deje de participar en un torneo Conmebol, porque las categorías femeninas sub-14 y sub-16 no asistieron a la Fiesta Sudamericana de la Juventud (evento en el que Deyna Castellanos es embajadora), porque no se realizó la fase nacional del Torneo Conmebol Evolución.

 

Pero no todo es malo. El 19 noviembre la FIFA dio a conocer modificaciones en el Reglamento de Transferencias (RETJ) referentes al embarazo en el fútbol femenino. Será la primera vez que regulará los embarazos y la maternidad por parte del ente regulador del balompié mundial. Remuneración obligatoria, retorno al trabajo y protección durante el embarazo son parte de los acuerdos. En la red social Twitter del podcast Tácticamente Incorrectas (@TacticamenteInc), hay un hilo realizado por la abogada María Viloria (@maria_viloria) con más detalles. Un rayito de luz en la noche tan profunda en la que sumergió al mundo la COVID-19 y donde el lado comercial le ganó al humano. Al ritmo de “Welcome to the Jungle” de Guns N’ Roses se vive 2020 y, no tenga dudas, se vivirá 2021.

 

El fútbol femenino que le ha dado tantas alegrías al país seguirá castigado en una esquina del salón. Si a José Peseiro no le han pagado completo, pregúntese si Pamela Conti ha recibido su sueldo regularmente. En la Venezuela futbolera solo nos queda el placer de comer las hallacas, que es un privilegio para esta realidad que pocas familias podrán realizar, con la alegría de un triunfo histórico a Chile, pero con unas categorías menores masculinas sin trabajo y con las chicas en el ostracismo. A las guerreras les quitaron sus armas y a las tigras sus garras.

 

Mientras que la Liga Futve continúa tras varios casos de contagios en Barinas y alineaciones que invitan a pensar lo peor, antes de adjudicarlas a una rotación por la cantidad de partidos. Pero para no perder la costumbre, el virus de la deuda ha generado dos comunicados: Trujillanos y Zamora. En diciembre seguro habrá más misivas de este tipo de los equipos, que cartas al niño Jesús o San Nicolás. Recuerdo un meme que vi en Twitter de un chamito firmando un papel entre lágrimas, el texto en la imagen en su parte de arriba decía: “Yo cuando firmo contrato con un equipo del fútbol venezolano”. La parte de abajo completaba: “Pero ¿me van a pagar, verdad?

 

 A veces el fútbol criollo parece una de esas pasantías en las que no pagan, se trabaja de gratis con la esperanza de tener vitrina y dar el salto a un sitio más estable, tanto para jugadores, entrenadores y personal administrativo. En una sociedad que espera Mesías que la saquen de las desdichas, el balompié venezolano crece, más no se desarrolla, a pesar de, y no por, el contexto que se le ha brindado. Ojalá algún día se apueste seriamente por el femenino como una diversificación del negocio y no como un gasto (al igual que el baloncesto o el tenis). Ojalá nuestro torneo deje de regalarnos flores en el pantano y podamos tener un jardín lleno con el talento, que siempre ha habido, pero que nunca se les ha dado todas las condiciones, como hacen nuestros vecinos de Conmebol. Ojalá todos los que lean esta columna lo puedan ver materializado y que no nos pase como en Nápoles cuando ganaron la Serie A en los 80’, que los tifosi pusieron en las afueras del cementerio: “No saben lo que se perdieron”.

 

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