El Fútbol en Cuentos por Jesús Santiago

 

A Coco lo van a canonizar…

 

jesus-santiago-01Una vez escuché una discusión en la radio entre dos aficionados de diferentes bandos que decían que la mascota era una vaina de mercadeo, el otro defendiendo a Coco, el mismo que viste de Oso Frontino, por aquello de que en Mérida habitaban o habitan esos enormes animales y que lo convirtieron, creo que desde la época del 90, en la mascota de Estudiantes de Mérida. Y yo dije, pero bueno acaso los últimos mundiales no han tenido una mascota, y me respondo, al mejor estilo Dr Hyde y Mr Jeckyl,  bueno pero es que la FIFA realmente esa una de las más grandes agencias de mercadeo del mundo, así que no debía sorprenderme, pero la conversación cerró con el chiste, “Claro que Táchira tiene su mascota, te acuerdas de ese chamo nunca juega y tiene años jugando en el equipo, bueno esa es la mascota”.

 

Coco es una personalidad, es un personaje, se la goza y la baila. Una vez vino a jugar Trujillanos, y créanme que soy poco de meterme con los aficionados visitantes, al contrario, como buen graduado en Hotelería, me gusta ser hospitalario y que se lleven siempre una buena impresión de la merideñidad, pero coño, a veces no se puede. Y no se puede, no es porque no queramos, sino que por un lado el equipo no camina, ni corre si hablamos de fútbol, y por otro los visitantes se burlan hasta de la mascota, entonces la hospitalidad cambia de color, como aquellos anillos que miden el estado de ánimo. Eso no hace mucho tiempo, hablo de inicios de la segunda década de este milenio y  Trujillanos que era dirigido por Pedro Vera y Leo González, venía con un equipo más engranado, no recuerdo el nombre de los jugadores, mientras que Estudiantes, créanme que era un equipo para dar la vuelta, pero dar la vuelta a la esquina y salir corriendo, y no hablo del equipo que descendió, no, esa es otra historia.

 

Coco va y viene, levanta las manos para animar  a su gente, pero en el estadio Guillermo Soto Rosa, antes se le daba la tribuna que está cerca del camerino y la banca a los ilustres visitantes, a mí siempre me ha parecido un soberano, mago, imperdonable error, afortunadamente empezaron a corregirlo, pero todos los improperios de los visitantes se los comían los jugadores de Estudiantes a menos de diez metros. Pero no sólo los jugadores, Coco vino a darle una palmadita a la banca y los aficionados de Trujillanos comenzaron con la frase “Oso Marico, oso Marico”, acompañado por los tambores de San Benito y les digo que tenían buen ritmo. Coco, por dentro se sentiría ofendido, enfurecido, con ganas de recordarle el nombre de quien los amamantó, pero por fuera era otra historia, un soberano ejemplo de nobleza, casi una prueba que el vaticano tomaría para transformar a un candidato en santo o, lo que llaman los teólogos, una prueba de canonización, Coco no sólo sigue disfrazado de Oso Frontino que paradójicamente muestra siempre una eterna sonrisa sino que montó un baile al son de los improperios de la visita. A mí me dio risa, a los de Trujillanos también, a pesar de que en ese momento el resultado ya favorecía al amarillo y marrón.

 

Pero como la pelota es redonda y aunque gramaticalmente esa frase es errónea, las gestas de último minuto para un empate o un triunfo, son decoradas con ese dicho. Así, Estudiantes pudo empatar, pudo anotar el gol que daba respiro y que no sólo puso a bailar a Coco sino a todos los aficionados que exteriorizábamos nuestro deseo de celebrar. Por momento se calentó la tribuna que compartía la visita y el local, pero el pitazo del árbitro cerró el telón de todo y los foráneos se fueron con su empate.

 

@jesusalfredoSP