De una patada Europa acabó el realismo mágico

 

 

El fútbol de América va a tener que dejar de vivir de los recuerdos, los mitos, los mesías, los santos, las premoniciones y los “guevos”. Europa nos acaba de dar una patada por el trasero y se reservó el caviar y el mejor vino del Mundial de Rusia.

 

De este lado del mundo todavía no asimilamos el trancazo. Y eso sí, seguimos rompiendo las pelotas, como diría un buen argentino.

 

Somos así y qué le vamos a hacer. Esperamos que aparezca la fantasía, lo sorprendente e improbable, para cambiar el curso de la realidad y la historia. Trasladamos al fútbol a ese realismo mágico, que definió por primera vez el ilustre hombre de las letras venezolanas Arturo Uslar Pietri a mediados del siglo pasado, y que tuvo al Nobel colombiano García Márquez como el mejor exponente.

 

Si algún verbo escuchamos con insistencia en el léxico futbolero de jugadores, técnicos, dirigentes, comentaristas y aficionados, fue “soñar”.  Y terminamos todos con una pesadilla, que nos alecciona y nos invita a observar un mundo que se puede distanciar cada vez más de nosotros.

 

Europa, la que tiene sociedades futbolísticas fuertes que cotizan en la Bolsa de Valores, ligas que se desarrollan como auténticas maquinarias de producir rentas; que absorben debajo de las piedras, atesoran y preparan futbolística y científicamente a  los mejores talentos del mundo, para competencias de alto rango a nivel de selecciones y clubes, nos ha pegado una sacudida bestial.

 

El Mundial de Rusia ha decretado la muerte del mesianismo –sin alusión a Messi que sabe de quiénes está rodeado en el Barcelona-, a la vedette, al fenómeno que salva con una ocurrencia genial.  Esa dependencia de la individualidad que se estrelló contra el nuevo engendro de jugadores,  capaces de estar en todas partes, técnicamente versátiles, disciplinados tácticamente para cumplir varios roles, de revolverse entre las dos áreas, de apoyar, armar y llegar al gol.

 

Los Hazard, Griezmann,Mbappé,  Pogba, Kanté, Hazard, De Bruyne,  Lukaku, Modrid, Rakitic, Kane, Sterling, Lingard, Stones, Granqvist…están de moda.

 

América seguirá siendo un inmenso jardín, como cantaba Nino Bravo, pero Europa parece estar regando mejor sus flores.