La Aplicación de la Ventaja

 

Para los Árbitros aplicar la ventaja en un partido de fútbol, es una demostración contundente de una mente involucrada y con una visión contextualizada dentro del juego; ya que en pocos segundos debe decidir la validez de su aplicabilidad y por sobre todo que la misma logré el objetivo de dejar de sancionar una falta evidente, para darle continuidad a la acción de juego.

Esta condición descrita en el reglamento como “La ventaja”, y no cómo “ley de la ventaja” como muchos erróneamente la han denominado; le entrega al Árbitro elementos claramente definidos para su aplicación y la define de manera taxativa en los siguientes términos: “La ventaja: permitirá que el juego prosiga si el equipo que sufre la infracción se beneficiara de la ventaja tras la acción, y sancionará la infracción cometida sino se produjera la situación ventajosa de manera inmediata o transcurridos unos pocos segundos”.

Este principio tan claro y contundente en su descripción, termina siendo una línea de trabajo, de obligatorio cumplimiento por los Árbitros; y es a lo largo de los muchos partidos que dirigen, cuando los Colegiados la logran perfeccionar.

Lo indicado anteriormente, se refuerza en el reglamento, al momento que se detallan las medidas disciplinarias, las cuales deben ser taxativamente aplicadas de acuerdo a los siguientes lineamientos:

  1. Si, una vez detenido el juego el Árbitro concediera ventaja después de una infracción merecedora de amonestación o expulsión, dicha amonestación o expulsión deberá aplicarse en cuanto el balón deje de estar en juego. Sin embargo, si con la infracción se evitase una ocasión manifiesta de gol, el jugador será amonestado por conducta antideportiva.
  2. No obstante, no se amonestará al jugador si con la infracción se interfiriera en un ataque prometedor o se acabará evitando.
  3. No se debe conceder ventaja en el caso de juego brusco y grave (falta de extrema dureza), conducta violenta o de faltas merecedoras de una segunda amonestación, a menos de que se trate de una ocasión manifiesta de gol.
  4. El Árbitro deberá expulsar al jugador en cuanto el balón deje de estar en juego; no obstante, si el jugador jugara el balón, se lo disputara a un adversario o interfiera con él, el árbitro detendrá el juego, expulsará al jugador y reanudará el juego con un libre indirecto, a menos que el jugador hubiera cometido una infracción más grave.
  5. Si un defensor comenzara a sujetar a un adversario fuera del área y continuará sujetándolo dentro de la misma, el Árbitro señalará tiro penal.

Bajo estas premisas, es importante destacar que cuando el Juez Principal está otorgando la ventaja, lo hace con una seña ya universalmente conocida y aceptada; extendiendo uno o ambos brazos hacia delante a la altura de los hombros. Para ello, el Árbitro solo debe aplicar la ventaja si: hay un beneficio real para el equipo no infractor y si ningún jugador está gravemente herido y no hay riesgo de reacción o confrontación

El Colegiado en su experiencia y conocimiento del momento del juego, sabrá esperar unos segundos para permitir que se desarrolle una posible ventaja; y si el equipo no infractor no se beneficia y no gana ventaja, pitará y otorgará un tiro libre.

El “Pulso” del partido, hace que el Principal entienda, que no puede favorecer el equipo no infractor otorgándole dos oportunidades, por ejemplo, un jugador recibe una falta, pero se recupera y tiene un tiro al arco; si el jugador no anota, el Principal no puede volver atrás y dar un tiro libre por la infracción original.

De igual manera, a menos que haya una clara oportunidad de gol para el equipo no infractor, el Árbitro no debe dar ventaja después de infracciones que ameriten tarjeta roja en especial: juego brusco grave, conducta violenta, infracciones que requieren una segunda tarjeta amarilla.

El Árbitro debe tomar una decisión táctica rápida y debe tener siempre presente que permitir la continuación del juego no siempre es lo mejor para el equipo no infractor, por ejemplo, si un equipo está dentro o cerca de su propia área penal y/o bajo presión, un tiro libre en una situación de ataque puede ser mejor para el equipo no infractor que permitir que continúe el juego.

Como podemos ver, la mente de un Árbitro dirigiendo un partido de fútbol, va procesando todas y cada una de las acciones que se desarrollan a lo largo del juego y siempre esta alerta, para dar las respuestas acertadas.

Sin duda, esta velocidad mental se ejercita y se asume como conducta con el transcurrir de los partidos, pero sobre todo hacer esa lectura la cual indica si aplica o no la ventaja, en cuestiones de segundos.

En este sentido, debemos decir que una ventaja bien aplicada y en la cual se consiga un gol, es un premio para quienes disfrutan del juego, pues de una infracción no pitada debido a la amplia visión de contexto del Árbitro, se logra conseguir el máximo objetivo del juego, como lo es la anotación de un gol.

Para los Árbitros, sin duda, este tipo de jugadas es una recompensa al esfuerzo y es como tomar un vaso de agua en un desierto bajo un sol incandescente, generando una satisfacción de primer nivel; en un juego donde las imprecisiones arbitrales son magnificadas, en cambio los errores y actos teatrales de los jugadores son perdonados y hasta justificados; porque como bien lo dijo el periodista argentino Martín Ainstein … “los Árbitros son culpables de todo… ídolos de nadie”.

Definitivamente no es fácil ser Árbitro….

 

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