La huella indeleble de Colombia en Rusia

 

 

El destino alcanzó a Colombia y quedó fuera del Mundial. Con sólo imaginar que pudo ser otro final, basta. Quien quiera adentrarse en la radiografía del partido para calificar cualquier acción o decisión como causa del desenlace, es una injusticia.

 

Dios, que tengan por seguro, existe, te da y te quita. La Providencia apareció ondeaba el desaliento con empate sobre el tiempo reglamentario del coloso Yerry Mina. Luego los dos cobros fallidos de Muriel y Bacca. Dos sensaciones contradictorias. Es el fútbol.

 

Una selección que tuvo la limitante de no contar en plenitud de condiciones con su guía y mejor talento en la actualidad. James sólo pudo mostrar los destellos de su inmensa clase frente a Polonia. Después se resintió y mucho le costó a Colombia conseguir un director de orquesta, con todo y lo expuesto por Juan Fernando Quintero.

 

Muy buenos y grandes apuntes dejó esta generación en Rusia 2018. Porque si mañana no están Falcao y unos cuantos más, subsistirá una savia de la mejor cosecha de los últimos tiempos. Una camada que reivindica la esencia de un fútbol con capacidad para exigirse en cualquier escenario.

 

Queda la marca indeleble de un proceso que llegó a la madurez, a la conciencia, del jugador colombiano. Atrás los tiempos de las posturas incorrectas, los actos indisciplinarios, el temperamento díscolo, los celos regionalistas, que con el maestro argentino Pekerman fueron desterrados de un tajo.

 

Seguros estamos de que en Colombia no va producirse un desfase como el ocurrido después del telón que bajaron Valderrama, Leonel Álvarez, Asprilla, Rincón, Higuita y tantos más de aquella tropa que hizo a los internautas hace más de un cuarto de siglo interesarse menos por Pablo Escobar y más de 50 años de una guerra fratricida.

 

Y pudieron descubrir, tanto como buenos jugadores de fútbol, deportistas de alto calibre en otras disciplinas, el café más aromático del mundo, las flores más hermosas, pueblos y ciudades acogedoras, playas de ensueño en dos océanos, y la hidalguía y la cultura de un país capaz de producir genios como García Márquez, el vallenato rock de Carlos Vives y cantantes universales como Shakira o Juanes.

 

Esta Colombia, la de los Mina, Arias, Davinson, Matheus Uribe, Wilmar Barrios, Lerma, Quintero y Muriel, conforma una base sólida, para seguir creyendo que hay cuerda para rato.

 

Nada que lamentar. Seguro que sí.