Las grandes apuestas de José Peseiro y la eliminación de la Copa América 2021

 

Luis Vílchez @lvilchez8.- José Peseiro se la jugó all-in para el partido contra Perú. El encuentro en el que el crupier le entregaba cartas diferentes, porque recuperaban piezas que estaban aisladas por dar positivo en Covid-19. Aunado a esto iba a tener una semana para entrenar con el grupo completo, algo inédito en su ciclo. La mala noticia –habituales en todo este proceso– fue la baja de Fernando Aristeguieta, aunada a la ausencia de Josef Martínez. El estratega lusitano revolucionó la defensa, apostó por los legionarios y experimentados. Hasta el primer tiempo se ganaba el derecho de seguir en la mesa, pero en el complemento todo se descalabró y perdió todas sus fichas. Al igual que 2015, la Vinotinto no estará presente en cuartos de final.

 

La propuesta de los primeros minutos era congruente al discurso que se pregonó durante todo el torneo en las comparecencias ante la prensa. Los carrileros se adueñaron de las bandas, tanto Roberto Rosales, por derecha, como Ronald Hernández por izquierda. Los tres centrales intentaban salir con pelota dominada: Nahuel Ferraresi, por derecha, Mikel Villanueva, de líbero, y Luis Mago, por la izquierda. Edson Castillo se mantuvo como lanzador y Junior Moreno como el equilibrio, pero también distribuyó juego. Los extremos se cerraban, Jefferson Savarino, por derecha, y Cristián Cásseres Jr, por izquierda. En punta para pivotear se encontraba Sergio Córdova.

 

En esos primeros 15-20 minutos, con varias dificultades, pero con la intención intacta, la Vinotinto buscó salir con la pelota a ras de suelo. Pero la inactividad se hizo notar en jugadores como Ferraresi que erró pases pocos habituales en él. Los peruanos Christian Cuevas y Gianluca Lapadula ensayaron remates fuera del área. La primera gran grieta se vio a las 12, cuando André Carrillo le filtró un pase a Aldo Corzo, este llegó a línea de fondo y lanzó un pase de la muerte que no tuvo buen destino. Los fantasmas por la banda izquierda empezaron a rondar y empezaron las dificultades para Hernández, que jugaba a pierna cambiada.

 

Venezuela respondió con zapatazos de Jefferson Savarino, pero no generaba volumen de juego para pisar el área. La Vinotinto dependió de arrestos individuales como el de Córdova, cuando al minuto 17’ logró girarse, eludir a un par de rivales y soltar con Savarino, que probó fuera del área. Pedro Gallese dio rebote y la “Pantera” conectó de cabeza a bocajarro, pero, insólitamente, se fue desviado. En la pelota quieta ensayaron jugadas como el trencito, que popularizó Inglaterra en el Mundial de Rusia 2018, pero, como a lo largo de la Copa América, no logaron capitalizarla.

 

 

Luego de los 20 minutos se desdibujó la intención de adelantar líneas, de tocar un poco más la pelota y de esa cara ofensiva que tanto se prometió en los micrófonos. Se dio inicio a una selección más cauta y contemplativa. Lapudula dio un susto al 23’, cuando remató con calma dentro del área, sin ángulo, ante la pasividad de Villanueva. El central de Santa Clara (Portugal) se logró resarcir al salvar un remate al 39’, cuando los que se quedaron petrificados fueron sus compañeros. Los fallos en salida se acumularon y la confianza se escapó como el gas de una botella de un refresco abierto. Los balones cruzados para buscar al delantero peruano fueron comunes, y uno llegó a cabecear, con incomodidad, pero estuvo Wuilker Faríñez para resolver.

 

En el inicio del complemento Ronald Hernández desbordó, pero tuvo que perfilarse para centrar y ahí la jugada perdió un tiempo crucial. Las respuestas fueron más errores en salida y un córner lapidario. Los rebotes en este marcaje en zona siempre desfavorecieron a la Vinotinto, que vio como otra jugada pinball terminaba en un remate del rival.  En esta ocasión André Carillo la mandó a guardar sin problemas. Las jugadas ABP no solo dejaron de ser un aliado en ofensiva durante la Copa América, sino que en defensa fueron pesadillas en la calle Elm. Incluso cinco minutos después del gol, en otro saque de esquina, Perú volvió a cabecear dos veces dentro del área. Las respuestas de Venezuela eran remates fuera del área, como en una jugada de Córdova que logró girarse, pero su chute se fue desviado.

 

Una jugada icónica fue al 57’, cuando Perú tuvo una de sus tantas posesiones largas, que terminó en un giro de Sergio Peña, conducción y remate de larga distancia. Todo con la venia de la defensa criolla, descolocada durante el encuentro clave. Los cambios agitaron un poco el árbol. Rómulo Otero fue a lo suyo, buscó faltas, las consiguió y las ejecutó. Pero esta vez no pudo ratificar el terror que le tienen los incas a su pegada. José Andrés Martínez inició como extremo, pero con la salida de Edson Castillo, que no tuvo su noche más clara, fue al mediocampo con Junior Moreno. En ese instante ingresó Yeferson Soteldo junto a Alexander González.

 

El jugador de Toronto FC, sin regularidad y aún no al 100%, fue lo mejor de la selección nacional en los 22 minutos que jugó. Indescifrable en la banda, sus centros no fueron concretados ni por Córdova, ni Jan Carlos Hurtado cuando ingresó. Mientras en el otro partido Ecuador le compitió de tú a tú a Brasil, lo que obligaba a Venezuela a ganar. Aun así, ante la necesidad hubo contras en la que Córdova tuvo que correr como el llanero solitario y se malograron. Los pases largos no dieron resultados sin delanteros del perfil de Aristeguieta o Salomón Rondón.

 

 

La más clara que tuvo Venezuela dentro del área fue una jugada por derecha con Alexander González y Hernández, que se combinaron y terminó en un remate in extremis del jugador del filial del Atlanta United. El chute no tuvo mucha potencia y fue centrado. Pan comido para Gallese. Así se gastó la última bala de Peseiro, que en la rueda prensa posterior aseguró que en los minutos finales del cotejo cambió la línea cinco en el fondo por una de cuatro. Recordó la larga lista de bajas, tan grabadas en la mente de la afición como el precio del dólar paralelo. Mientras que el discurso de dignificar la Copa América perdió fuelle al pasar de los partidos. Ricardo Gareca explicó que no guardó nada porque no tenía nada asegurado, en la comparecencia ante los medios postpartido, por eso Perú salió con su mejor once, cuando se especulaban modificaciones. Gustavo Alfaro, por antonomasia el DT defensivo, fue a buscar Brasil y tuvo premio.

 

En una Copa América que pudo ser una tragedia, la selección nacional llegó a la última fecha con chances. Esa muestra de gallardía pedía un paso adelante. No más explicaciones de bajas, falta de tiempo o de evitar goleadas para dignificar. Con los legionarios o los del patio. Pero del 300%, el discurso viró a que no estaban al 100%. La frase “ser más ofensivo” desapareció de las últimas declaraciones cuando fue una constante en cada intervención. Peseiro se la jugó con una revolución en el once y la premisa de aguantar. Las formas de jugar sus cartas de parte de Perú y Ecuador fueron mejores, por eso el luso perdió todas fichas. Sin tiempos de lamentos, le toca reflexionar y corregir de cara a la triple fecha en septiembre. El portugués se mantiene como la mejor opción en el banquillo y se ganó este mes más crédito (necesita tiempo y trabajo), a pesar de fallar en el juego clave.