Los “Monos” del Fútbol

 

A propósito de Neymar Jr. “EL RACISMO…es una enfermedad del espíritu, del cuerpo, el alma y la mente”, Horacio Blanco, Desorden Público. Cada cierto tiempo aparece un incidente racista en el deporte.

 

Lo del atleta negro norteamericano Jesse Owens en las Olimpiadas de 1936, que con sus cuatro medallas de oro,  dejó con los crespos hechos al Führer Adolf Hitler, quien pretendía demostrar la superioridad de la raza aria, de los blancos,  es apenas una de esas terribles y aleccionantes anécdotas entre miles de manifestaciones de la discriminación racial.

 

Una discriminación que no sólo tiene que ver con el color de la piel, sino con tu lugar de origen o procedencia, tu nacionalidad y tus propósitos de vida,  cuando se trata de denunciar y luchar contra las desigualdades.

 

Lo peor es cuando entre los mismos discriminados, aparecen los discriminadores, los segregacionistas. Negros, árabes, chinos, son quizás las mayores víctimas, como también pueden ser los gitanos, los nacionales de países históricamente desmembrados por las guerras, el hambre, y los conflictos étnicos y  religiosos.

 

Pero que el racismo parezca en el deporte como un elemento que distorsiona los principios y valores que proclamara el Barón Pierre de Coubertin, acerca de su fundamento como “una doctrina de la fraternidad entre el cuerpo y el espíritu”, y que remarca la máxima latina de “Mens sana in corpore sano”, es una pandemia tan terrible, más terrible, aunque la del Covid 19 que azota a la humanidad.

 

Un racismo que han sufrido deportistas de la alta competencia, pero que es pan común en nuestras comunidades, y que afecta a esos pequeños seres indefensos que son nuestros niños, en ambientes que constituyen el caldo de cultivo, el espacio propicio, para esos seres despreciables que adultos pregonarán la discriminación racial.

 

Es en la casa, en la escuela, en los campos deportivos, en los que comienzan a darse las prácticas del racismo, a través del bullying, la preferencia de los maestros y profesores, los técnicos, por los niños lindos y perfumados, con padres y madres más lindos aún.

 

Es a través del descarte, de la selección de los supuestamente “mejores”, que se va generando la discriminación, desdeñando del potencial de los quieren aprender, los que un día, sobre la base de la constancia, la disciplina y la dedicación,  llegarán a convertirse en grandes en el deporte o en la vida.

 

Las historias de niños rechazados por entrenadores e instituciones deportivas y que luego llegaron a ser grandes protagonistas, darían para escribir libro de millones de páginas. Sí, “el racismo, es una enfermedad del espíritu, del cuerpo, del alma y la mente”, como canta Horacio Blanco con Desorden Público.

 

Vale el comentario, en relación con la reciente denuncia del brasileño Neymar Jr del PSG, respecto a los insultos racistas de un rival ante el Olimpic de Marsella.

 

Todavía no llegan, de parte de los entes deportivos, las sanciones ejemplarizantes, con una severidad que contribuya a desaparecer el espíritu de Hitler en unos cuantos detestables seres humanos.

 

Te invito a revisar tu conducta social y a preguntarte si Venezuela, si el  país en el que vives,  es un país con inclinaciones racistas.

 

Sintámonos todos aludidos en esta batalla, aunque suene a mucha gente.

 

@cdicksonp

 

Comentarios: carlosdicksonperez@gmail.com