Medio siglo dando cátedra

 

Este 4 de abril Estudiantes de Mérida arriba a 50 años de vida futbolística, siendo uno de los clubes más históricos que se ha logrado mantener con el tiempo en el fútbol venezolano tan intermitente, que ha visto desaparecer a muchos clubes que hicieron su propia historia y que también ha dejado tambaleante a más de uno de los que han comido tanta cancha, pero que la situación económica los ha dejado en jaque. El Académico por su parte, sigue más fuerte y consolidado, y para este, su medio siglo dando cátedra, sueñan con la tercera estrella en su orgullosa camiseta rojiblanca.

 

Fue el 4 de abril de 1971 cuando se reunieron un importante grupo de personas en un modesto apartamento de Mérida para forjarle el acta de nacimiento al equipo que con el correr de las décadas se convertiría en el sentimiento del pueblo merideño, el cual con orgullo para sus seguidores es uno de los pocos clubes venezolanos que jamás han cambiado ni su nombre, escudo o colores. Su único lunar entre el Olimpo fue su descenso a la segunda división en la temporada 2005-2006, pero hasta eso los hace grandes, pues lograron superar el infierno rápidamente para regresar y luego de varios años de tormenta, llegó la calma y con ella el regreso a LA GLORIA.

 

Por Estudiantes a lo largo de estos 50 años han pasado grandes jugadores, desde uno que es considerado entre los mejores de la historia del fútbol venezolano como Luis Mendoza, responsable de capitanear ese primer equipo, hasta en la actualidad, que cuenta con un jugador “de talla mundial” (las comillas haciendo referencia a una frase que nació dentro del seno de nuestra amada selección Vinotinto), como lo es el uruguayo Álvaro Pereira, que sería para esta fiesta como se dice en el argot futbolístico, “la cereza del pastel” y del que se espera que su status sirva tanto dentro del campo como en el camerino, para encaminar al académico hacia su tercer título nacional, el que se le ha hecho esquivo cuatro veces (en el 86, al ser superado por un punto en el hexagonal final por Deportivo Táchira, en el 98 ante Atlético Zulia, en el 2002 frente al Nacional Táchira y en el 2019 contra Caracas FC) y ya han pasado 36 años desde su última gran conquista en 1985.

 

Hoy en día Mendocita a Dios gracias sigue entre nosotros y puede disfrutar como uno de los jugadores fundadores, de este momento histórico no solo para el balompie andino, sino el venezolano, pues el Rojiblanco tiene motivos para celebrar por todo lo alto. Otros como Juan José Scarpeccio lo celebran desde el cielo, donde debe llevar la bandera Rojiblanca como estandarte. Son tantos los que han dejado su marca y se han graduado con honores en las aulas académicas del club que no me alcanzaría este escrito para mencionarlos a todos, pero no significa que nos sean importantes, desde su primer goleador, el uruguayo José Chiazzaro, hasta en la actualidad Jesús “La Pulga” Gómez por mencionar uno solo de los tantos grandes héroes de este equipo y fanaticada, que disfruta a lo grande, sin importarle pandemia ni nada que los detenga, y no es para menos.

 

Mientras escribía recordaba lo difícil que es lograr mantenerse en el tiempo y seguir vigente. Cuando nací el 5 de abril de 1979 ya Estudiantes era “un niño prodigio” del fútbol venezolano que no solo sabía leer y escribir con 8 años, sino que también sabía sumar, y multiplicar la tabla del dos, si, sus consagraciones alcanzadas en 1971 y 1975 en la Copa Venezuela, la que al igual que el trofeo nacional se le hizo esquiva en las últimas tres décadas (estuvo cerca en 1988, 2008 y 2012, pero perdió esas tres finales). Ese día de mi nacimiento el académico amanecía “con resaca” por su embriagamiento por su octavo cumpleaños, siendo además ya dos veces subcampeón de la primera división, dos conquistas de Copa y dos participaciones internacionales en Copa Libertadores.

 

Con grandes rivalidades en el fútbol venezolano desde sus inicios, primero ante el “pentacampeón” de la época de los 70 y 80, Portuguesa FC, con el que tuvo una gran rivalidad, hasta bautizarla como el “Clásico Añejo”, luego con Deportivo Táchira y ULA FC, pero además un Derby fuerte con su “hermano menor”, El Vigía FC, con el que ha peleado en cada enfrentamiento y donde siempre, hasta en los amistosos, la temperatura se sube un poco más de lo normal en la cancha, algo que según lo visto el último fogueo, no pierde vigencia. Cómo un aficionado que ama el auriverde desde su infancia, pude vivir en carne propia al menos lo que significa para el seguidor de El Vigía enfrentar a Estudiantes, tal como recuerdo entre tantas anécdotas que vive uno en este hermoso fútbol, cuando un seguidor del amarillo y verde me dijo llorando “podemos perder con todo el mundo, menos con Estudiantes”. Así de fuerte e intenso se vive el fútbol en Los Andes y con Estudiantes como protagonista de esas grandes historias.

 

Hablar del académico es sinónimo de la caballerosidad de don Guillermo Soto Rosa (+), un hombre de fútbol, un sabio y gran señor que le dió tanto al fútbol merideño y que se hizo merecedor de llevar una de las estructuras deportivas más importantes del estado su nombre. Porque el estadio Soto Rosa también tiene su historia, desde el nacimiento del Rojiblanco. Tuve el privilegio de compartir algunos encuentros de fútbol con Don Guillermo, tardes agradables para el aprendizaje en cuanto al balompié, que sin duda enriquecían el conocimiento de quienes tenían la oportunidad de compartir y hablar de fútbol con él.

 

A nivel internacional, a lo largo de esos 50 años, Estudiantes ha participado en 14 ocasiones, la mitad de ellas en la CONMEBOL Libertadores, donde siempre quedará a la palestra su excelsa presencia en 1999 cuando llegaron a cuartos de final de la justa, terminando en el quinto puesto del torneo continental. Aquel onceno dirigido por Richard Páez Monzón, que tuvo a otro de sus jugadores históricos, Ruberth Morán como goleador de la competencia, escribió una gran historia para nuestro fútbol en tiempos dónde los triunfos para Venezuela a nivel de clubes y de selección eran esporádicos, casi que proezas futbolísticas, cosas que fueron cambiando en el siglo XXI con el combinado nacional, pero que desafortunadamente los clubes no han podido seguir su ejemplo.

 

Son muchas las líneas que se pueden escribir para este momento histórico, solo queda esperar que Estudiantes, que con derecho celebrará por todo lo alto su medio centenar de vida, pueda engrandecer más su historia y que el Rojiblanco se mantenga en el tiempo, para que dentro de otros 50 años pueda festejar su centenario, algo que muy pocos podríamos tener el privilegio de ver, quizás nuestros hijos y nietos, y si llegamos a esa edad (yo tendría 92), entonces Dios habrá sido muy generosos con los que lleguemos allá. Felicidades Estudiantes, adversario sentimental para este servidor en el campo cuando enfrente a El Vigía, pero como merideño orgulloso de sus grandes logros en nuestro fútbol y fuera de nuestras fronteras.