Daniel Farías shaken and not stirred

cuento Gustavito Durán

 

Primer partido de la era Farías con Estudiantes de Mérida. Al señor Daniel Farías lo llamaron a apagar una llama corta pero desesperante para los fanáticos. Un mensaje de redes decía, “Vamos por los 3 puntos” sin un día de trabajo. Pedí un café y pedí cautela.

Mientras revolvía el café me acordé de aquella frase muy gringa que dice “shaken and not stirred”, algo así como revuelto, pero no mezclado. ¡Qué vergüenza con Stephen King! Ha escrito más 100 obras, no he leído ninguna y cito una frase de James Bond tomándose un Martini.

Alejado de la experiencia del Martini del famoso actor en un improvisado bar con una mujer que le sirve y otra que lo secuestra, agarro mi café y comienzo a mezclarlo sin contar cuantos giros dio la cucharilla en la taza. Un estudio personal afirma que mientras más vueltas le das al azúcar, más vueltas le das a la mente.

El café se toma en casa, con la mamá, con la abuela, con quien sea. El Martini está reservado para las dualidades. Una gran preocupación o una gran celebración. La gloria o el desespero. Churchill, Hemingway, Sinatra ostentaron el poder en su área, ostentaron el Martini en su bar.

Decido tomar el primer sorbo. Pareciera una experiencia común y corriente esa de levantar la taza y llevarlo a la boca, pero no, justo cuando iba a tomarlo, el humo desenfrenado me pidió eso, cautela, pausa que me podía quemar. Lo devuelvo al platillo y las burbujas dibujaron una cara burlona.

Descanso mis brazos sobre la silla y me relajo un poco. Nadie nos advirtió que enamorase de un equipo es desenamorarse de la cordura, entonces tomé lápiz, papel y empecé a armar una posible alineación y un estilo de juego, no podía dejar al profe solo en esto.

Trazo unas líneas dibujando una tribuna hasta el tope, el escudo con el frailejón, una cancha a pequeña escala, dos áreas deformadas, una línea cóncava central, los jugadores académicos formando un 3-4-3 representados por 11 equis “x” y sin querer la pelota al fondo de la red, como si el gol ya hubiese ocurrido.

Me tomé el café sumamente preocupado y despreocupado al mismo tiempo de su temperatura. Alguien pasó cerca de la mesa y seguro pensó que estaba haciendo una tarea de mi hijo de kínder, reconozco mis pocas habilidades de pintor y por cierto con la pelota.

Empiezo a mirar la hoja de un extremo a otro y sin rastro alguno el marcador ya estaba uno a cero en contra. Miré la formación en detalle 3 – 4 – 3, usando tres defensas al mejor estilo Arrigo Sacchi de los 90, con 58 partidos sin derrota y un “scudetto” invicto. ¿Qué pudo salir mal?

Luego repasé el medio campo y quizá pude haber colocado un delantero en funciones de creación en el medio o reformular línea de cuatro en defensa y robustecer la contención. Al cabo de un rato y con la taza vacía, la hoja era un laberinto de incógnitas, flechas bidireccionales, equis “x” reubicados sin orientación.

Entonces me di cuenta, que mi ayuda sería infructuosa.  Que mi deseo de enviarle al profe Farías mi cooperación iría al mismo lugar que el arrugado plan estratégico para salir de la crisis de resultados. Me levanté de la mesa cabizbajo, sin fuerzas, sin ideas, sin pre temporada.

Volteo la mirada y veo a 10 fanáticos como yo trazando líneas con el uno a cero en contra, pero las ganas a favor. Vuelvo al asiento y veo optimistas descarriados lanzando ideas y formaciones a pesar de las derrotas y desaciertos. Entonces me contagio y pido un Martini, esta vez “shaken and not stirred” que viene la era Farías.

 

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