La obra maestra de Eduardo Saragó

Volante 8 con la Mente

 

Luis VilchezEduardo Saragó es un entrenador metódico, detallista y acucioso en su trabajo. No deja detalles en el aire. Apasionado por el hipismo y por los Leones del Caracas, su obsesión es el fútbol. Como jugador se desempeñó en categorías menores del Caracas Fútbol Club entre 1998 y 2002 como enganche, pero la competencia con figuras como Gaby Miranda o Stalin Rivas lo hicieron tomar otra decisión, como bien explicó en una nota con Alfredo Coronis para Meridiano.

Rápido empezó a dirigir en colegios y clubes sociales. Luego tiene en sus manos una selección de Distrito Capital con Ronald Vargas, Luis Manuel Seijas y Roberto Rosales. Posteriormente fue analista de video de Noel Sanvicente para los partidos de Libertadores del Caracas Fútbol Club. Tuvo su paso por la selección nacional como asistente de Nelson Carrero en categorías menores. Acompañó a Carrero en Zamora y ahí empezó su historia en el profesionalismo en 2008. El resto se sabe, con el Apertura con el Deportivo Italia, el récord con Deportivo Lara, la Copa Venezuela con el Caracas y la Sudamericana con Deportivo La Guaira, donde eliminan a Emelec.

Pero hay una realidad, hubo un antes y un después del 93’10. Era la oportunidad de ganar un torneo corto con Caracas y luchar por la estrella contra Trujillanos. Sin embargo, el fútbol es de momentos y postales que quedan en el imaginario colectivo. Ese golpe estaba muy presente. Luego de su paso por el Deportivo La Guaira salió de los reflectores. Siempre estuvo ligado al fútbol, aunque muchos creyeron que se había distanciado. De ahí las facturas que cobró en la entrevista postpartido: “Hay gente que estudia para ser inteligente y hay gente que estudia para ser bruto”. Su regreso a los banquillos se dio en 2022, solo duró una semana en Deportivo Lara, porque no cumplían las condiciones. Un club que estaba a la deriva, apeló al respeto y la nostalgia. Sin embargo, Saragó quería un proyecto serio y encontró una buena plataforma en San Cristóbal.

Con mala sangre muchos se mofaron cuando reveló en Tama Stereo que lo llamaron entrenadores de Inglaterra, Italia y España. Luego vieron con recelo que declarara en Zona Futve que aspiraba a una final de Libertadores. Algunos pecaron en creer que estaba desactualizado y fue un error garrafal. Saragó ganó en la cancha y fuera de ella. Su buen manejo de medios de comunicación logró una relación cordial con las radios de Táchira, en la única plaza donde los medios de comunicación pueden influir en el ánimo de una hinchada. En especial con Manolo Dávila. Una situación diferente a la de Alex Pallarés o Juan Domingo Tolisano, que por momentos tuvieron sus impases.

Saragó heredó un equipo que había eliminado a Santos, pero muy complicado en la Liga FUTVE. No logró clasificarse al G4, mas pudo maquillar la temporada con un triunfo ante Lara en Pueblo Nuevo, en un partido donde apostó a los chamos: Carlos Calzadilla, Jesús Valbuena, Carlos Paraco y Jesús Duarte. Difícil saber que hubiese sucedido con este proceso si Pablo Camacho no marcaba ese día. Dicho sea de paso, el lateral es otro caraqueño que fue adoptado por Táchira. No empezó como favorito en 2023 e incluso recibió un duro mazazo al caer contra Estudiantes de Mérida en la Fase 1 de la CONMEBOL Sudamericana. Un cuadro académico que casi no sale al ruedo y no hizo pretemporada, pero pudo llevar la llave a penales en el Metropolitano de Mérida.

La última derrota de Táchira fue el 11 de marzo contra Metropolitanos, por la jornada 6 de la Liga FUTVE. Luego le remontó a la Academia Puerto Cabello para cerrar con 64 puntos la fase regular. Impuso su ley en la fase final con 12 puntos. El estudio de Saragó permitió que todos los importados cayeran de pie: Jiovany Ramos, Gonzalo Mottes, Gonzalo Ritacco, Julian Figueroa y Leandro Fioravantti. En un año que se aumentó el cupo de importados, Táchira fue el único que le sacó provecho a todos. No es casualidad, sino causalidad al estudio y tener muy claro lo que se quería.

En el camino entendió que la línea de tres centrales, dos carrileros, dos volantes de primera línea y tres atacantes fue lo que mejor se adaptaba a sus jugadores. A veces línea de cuatro, de cinco o de dos con un Ramos que se soltaba en el ataque. Este sistema sacó la mejor versión de Nelson Hernández y mostró la polivalencia de Julián Figueroa. Este Táchira fue como una película de los Avengers, porque en un punto de la temporada todos fueron héroes. Desde la diana agónica de Kevin Aladesanmi ante Hermanos Colmenárez o el rol de goleador de Brayan Castillo en el G4. En la final apareció Jean Franco Castillo y de cabeza. Todos los actores tuvieron su paso adelante en el escenario para hacer su monólogo.

Este equipo arrasó hasta en la Copa Rey de Marcas, donde brilló Jesús Camargo. En la final daba la sensación que podía ser el escenario idílico para sacarse la espinita del 1-4 de 2010, pero el cuerpo técnico entendió que lo importante era ganar el partido. Optaron por cederle un poco más la pelota a Caracas, que se siente más cómodo en transiciones que en ataque posicional. Se resumió en un solo remate de peligro de Saúl Guarirapa sin ángulo de tiro. Mientras que Anthony Uribe tuvo un mano a mano clarísimo. La diana de Bryant Ortega llegó en un despiste en la pelota quieta.

Ahí aplicó la de “Toche, tengo fe”, la adaptación del “Mano, tengo fe” de la Vinotinto. Porque es que Saragó no deja detalle suelto, ni dentro ni fuera de la cancha. Logra con su conocimiento y capacidad de comunicar, alinear directiva, jugadores, medios e hinchada. A veces parece que peca de sincero o que puede hablar de más en las declaraciones o en su puesta en escena. Aunque esa es su personalidad y le ha funcionado. Esa sinergia se vivió en la prórroga y en los penales. No de gratis el cantico que rezaba: “Vení, vení, canta conmigo, que un amigo vas a encontrar, que de la mano de Sarago, todos la vuelta vamos a dar”.

¿Táchira es un equipo vistoso? Por momentos te puede llenar el ojo, con pasajes de juego asociado y siendo dominante. Pero jugaba bien en las diferentes explicaciones de ese término. Aplicaba su plan de juego sobre el que tenía el rival. Dominaba en las cuatro fases del juego: defensa, ataque, transición defensa-ataque, transición ataque-defensa. Generaba más ocasiones en el área rival, que las que recibía. Esto se tradujo en un nuevo récord de 29 partidos sin perder. En un equipo de autor, con el sello de Saragó. Pero a su vez un equipo de época.

Esta es la obra maestra de Eduardo Saragó como entrenador, con apenas 41 años. Se puede buscar una figura en este equipo en los nombres de Maurice Cova, Nelson Hernández, Yerson Ronaldo Chacón, Carlos Vivas, etc. Pero era un elenco muy coral, que disimulaba bien las ausencias de cualquiera de los anteriormente nombrados. Eso es mérito del entrenador y todo su cuerpo técnico. Su carrera siempre ha apuntado a estar entre la baraja de entrenadores candidatos a tomar las riendas de la Vinotinto, la única mancha era el 93’10. Aunque hay que insistir en el concepto de que el público no se queda con temporadas o partidos completos, sino con postales y momentos puntuales. Hoy Saragó no es más el DT que arrastra el gol de Wilker Ángel. Ahora es bicampeón de estrella con el mejor equipo venezolano de la historia a nivel de números en el plano local.

En las obras de teatro extensas suele haber una pausa y luego continúa la representación. Toca descubrir en 2024 si se bajó el telón de este equipo de época tras el penal de “Pipo” Vivas o si luego del receso continúan con más actos. Competir en la CONMEBOL Libertadores, tras un 2023 deprimente para las representaciones criollas, es uno de los grandes retos de un equipo copero por naturaleza. Parte de los fichajes lo tienen: Jesús Hernández, Carlos Sosa y Gleyker Mendoza. Independientemente de lo que suceda el próximo año, este equipo de Saragó se recordará por años. Por lo que logró y en la plaza que lo hizo. La vara está alta, pero da la sensación de que si alguien puede hacer una mejor performance es el caraqueño.

PD: Te puede gustar o no cómo juegan sus equipos. Puedes estar de acuerdo o no en cómo se maneja con los medios. Lo que sí es irrebatible es su capacidad como entrenador. Saragó nunca se fue, solo que ahora está más presente que nunca.