El Fútbol en Cuentos por Jesús Santiago

 

Diez minutos y tres sustos

 

Cuando llegué al Estadio Metropolitano, sentía que si hacía un gran esfuerzo podría contar las personas que estaban en la tribuna cuando apenas faltaban 40 minutos para iniciar el juego. Ese gran esfuerzo sería aún mayor en comparación con el que algunos jugadores hicieron en ciertas jugadas puntuales, sobre todo aquella en que el Aragua le empató a Estudiantes de Mérida, en la cual el tipo, Villegas, y con mucho respeto digo, que no es para nada exquisito con la pelota, sino un tipo más de guerra y corazón al punto de que el técnico del Aragua lo incluyó en el momento en que necesitaba despertar a su equipo, pues a pesar de haber tenido ciertas llegadas la suerte no estaba de su bando. ¡Hey! y no lo dije yo, el mismo jugador sin titubeos, sin censura, al final del partido afirmó que no era el tipo de jugadas que él hacía, así que no me señalen como desmotivador o futbolista frustrado, para nada, como Pilatos me lavo las manos y préstenme una toalla blanca.

 

Esa jugada, la que nos robó el primer triunfo en casa, la que le dijo a Coco, la mascota del equipo, ¿Para qué te incaste? ¿Para qué le pides o mejor dicho le imploras con manos arriba al ser supremo que te de un triunfo? El tipo venía zigzagueando como una gacela a 330 kilómetros por hora y los nuestros, al otro lado parecían torres en tabla de ajedrez. Por un momento me acordé de la vez que cometí mi primera penalti, fue una mano, pensé que el árbitro no me veía y la toqué como si empujara a una compañera de escuela a la que solo quería molestar, seguramente eso pasó por la mente de los defensas, no querían cometer una penalti que además de un posible gol, les propinaría otra expulsión, y ya jugar con 9, a esa hora, en Mérida era una completa odisea.

 

Un comentarista de fútbol a quien le presto dedicada atención, como aquel cuidado que le presta la viejita de velo negro en mi pueblo al cura de la parroquia y con rosario en mano incluido, escucho cuando dice que los primeros diez minutos son los más importantes y no sé si hablaba de fútbol o de sus encuentros maritales, pero para mí los noventa minutos más el tiempo agregado son los más importantes y ojo que estoy hablando de fútbol no de lo otro, aunque como dijo Evo Morales, el presidente boliviano cuando defendía a la ciudad de La Paz como sede de la selección altiplana, al decir que el fútbol se juega donde se hace el amor, el tema es que a Evo se le olvidó hablar de los tiempos, a eso presidente, hay que hacerle mención especial.

 

No me gusta dividir el juego y afirmar que el primer tiempo fue mejor que el segundo y cosas por el estilo, es un juego de 90 minutos, no es como el Tenis o Voleibol que ganas un set y tiempo fuera, pero eso sí, antes de los 10 minutos, Aragua ya había puesto rezar tres veces a la viejita del velo negro, Estudiantes también había tenido cierto acercamiento a la portería, pero los del centro, venían a presionarnos y nosotros a jugar a las desatenciones.

 

Hubo una jugada en que la defensa no supo salir con la pelota, ni siquiera de la pelota. Hubo desentendimiento, confusión, nervios, ansiedad y llegaron los rivales, cruzando el balón a un costado, cerca del palo. Vi que el contrincante venía con pasos veloces y campantes a pesar de haberlo visto en Cámara lenta. Al otro lado vi la cara del arquero Alejandro Araque, en el sillón de los acusados en el juego ante Zamora, como queriendo sacar el balón con tantos gestos faciales, pero fue inútil, Aunque allí estuvo él, fue el mejor de la jugada, inamovible, parado, no se despeinó, no se asustó ante la presión del delantero aragüeño, creo ni siquiera parpadeó, señores el palo nos salvó antes de los fulanos diez minutos.

 

Durante los 90 minutos y con épocas más emocionantes que otras, fue un buen juego y sentí que con un hombre menos hasta podíamos haber anotado en los minutos finales. Ellos también tuvieron su chance, pudieron haber ganado especialmente por esa esa jugada, la que nos dejó vivos, con un amargo empate, que suma, no sólo puntos, sino ansiedad, frustración, o como dijo el profe Juan Cruz, coraje, que aquí en Venezuela lo llamamos de otra manera. Mejor no lo mencionó porque sería abrir la puerta a una serie de fanáticos porque querámoslo o no, la tribuna se está entibiando.

 

@jesusalfredosp