Enfrentar a México es la Medalla de oro

 

La selección femenina de Venezuela vuelve a ilusionar al país. Otra vez los aficionados se desgarran las cuerdas vocales con los golazos de Deyna Castellanos. Todo es alegría en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, pero llegó la hora de la verdad. Un rival de entidad y de tradición, que llega con la sangre en el ojo tras fallar a las citas mundialistas de Francia 2019 y la de este año (Australia y Nueva Zelanda). México es un equipo de tradición con jugadoras top, que ha ganado las últimas dos ediciones. Lo natural es que la Vinotinto claudique este viernes 7 de julio ante las aztecas. Sin embargo, no se puede evaluar esta selección solo con los ojos de hoy, sino con la mirada puesta en 2026, donde se debería disputar una Copa América para clasificar a la cita ecuménica de 2027.

Esta participación entró en la historia, porque, aunque sea plata, nunca se había colgado de ese metal en el cuello en un torneo oficial. La edición de 2010 de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez tuvo al fútbol como una disciplina de exhibición y se jugó en Mérida. La idea no es quitarles mérito a jugadoras como: Oriana Altuve, Karla Torres, Lisbeth Bandres, Yusmery Ascanio, Andrea Pérez, Cinthia Zarabia, entre otras. Ese oro fue una piedra donde empezó a crecer el fútbol femenino, en un año en el que también se clasificó al primer Mundial femenino: Trinidad y Tobago sub-17. Pero se debe hacer un análisis objetivo para obtener conclusiones válidas. Lo cierto es que Pamela Conti cumplió en El Salvador, aunque quede un partido.

En este portal se ha analizado el ciclo de Pamela Conti, previo a la Copa América, cuando su apoyo era casi unánime. También posterior a la cita en Colombia, incluso cuando la no clasificación al Mundial hizo que se pidiera su destitución en redes sociales en medio de la calentura. Ni se han tirado cohetes hasta ahora, pero tampoco se deja de reconocer un paulatino crecimiento. En su primera etapa (2019-2022), con la pandemia de por medio, el ensayo y error era notorio. Experimentos como los de Lourdes Moreno en la primera línea de volantes o Petra Cabrera de lateral derecha hicieron que las pipetas explotarán. Otros salieron ostensiblemente bien como retrasar a Sonia O’neill o hacer una jugadora de toda la banda a Raiderlin Carrasco.

La inexperiencia de Pamela Conti era un hándicap con el que tenía que sortear la Vinotinto. Y que no se malinterprete inexperiencia con falta de preparación. La estratega italiana se formó en una de las mejores escuelas como la española y su etapa como jugadora élite le da un conocimiento empírico invaluable. Pero tenía que pagar el derecho de piso. Si a todo esto le sumamos el cambio de UEFA a Conmebol, el peaje era más caro. Ese argumento después de la Copa América 2022 no va más. No será un DT de mil batallas, pero tiene ya varios certámenes sudamericanos en su espalda. Su cuerpo técnico, europeo en su mayoría, también se ha curtido en estas lides. Sin contar que se ha mimetizado con el venezolano, su imagen comiendo empanadas es icónica. Se ha adaptado de buena manera.

La etapa 2.0 de Conti inició con los Odesur y esa medalla de oro. Aquí hay que volver a ser objetivos. Fue un torneo sin la participación de Brasil y Colombia, que habían dominado el Sudamericano sub-20, así que los grandes candidatos al primer lugar eran Venezuela y Uruguay. En Chile se cayó ante la Celeste sin Bárbara Olivieri y sin Gabriela Angulo. En Asunción, con ambas referentes, se venció a las charrúas. De esa primera etapa (2019- 2022), que segmentamos en el primer ciclo mundialista, el equipo que tuvo la idea más clara fue la sub-20. Se reflejó con el pase al cuadrangular en el certamen continental y el lauro en Paraguay. Un funcionamiento de donde aferrarse.

Nombres como Marianyela Jiménez o Floriangel Apóstol resaltan. Con esa virtud de la futbolista joven de ser un lienzo en blanco, unas esponjas en los conceptos, absorbieron rápido los conceptos de Conti. El oro en los Juegos del Alba fue otro espaldarazo. Una entrenadora que se ha destacado su manejo de camerino, esa capacidad de hacer que brillen los ojos de sus jugadoras cuando habla. En San Salvador no podemos limitarla a una gestora de talento, sino a un uso de la pizarra táctica.

Insistimos en esa primera etapa (2019-2022), cuando daba la sensación que quería acumular la mayor cantidad de talento en el frente de ataque. Eso ha cambiado y ahora incluso ensaya con esquemas con línea de tres, con carrileras bien profundas, libertad de movimiento a Deyna y salida desde el fondo. Mayor movilidad y una idea más armónica, con una idea que se pregonaba en el discurso, pero que antes costaba que se plasmara en cancha.No es para tirar cohetes, ni me termina de llenar el ojo, pero sí un progreso de cara a 2026.

Hay que volver a matizar los hechos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Si Costa Rica y Haití iban con sus planteles “A” hubiesen sido rivales de otra envergadura. No de gratis están en Australia y Nueva Zelanda. Tampoco se puede colocar como grandes topes a Guatemala o El Salvador, por más que era local. Sin embargo, se cumplió con la autoridad que demandaba la plantilla de Venezuela. Con un potencial interesante. A pesar de bajas de peso como Olivieri, Oriana Altuve, Gabriela García, Yerliane Moreno o Dayana Rodríguez. Por eso se recalca que se cumplió en este certamen, que por razones del destino coincidió con un Mundial en el fondo, a diferencia de 2014 y 2018, lo que puso en el camino a rivales con convocatorias alternativas.

¿Por qué se dice que México es el oro? Bueno basta hacer un pequeño repaso a los amistosos del ciclo Conti: Argentina, País Vasco, Yaracuyanos, Ecuador, Chile, Brasil, India, Ucrania, Letonia, Uzbekistán; en los amistosos, en la Copa América se incluyó Uruguay y Perú. Salvo a los choques ante Brasil, Colombia y Argentina, no se ha tenido la oportunidad de medirse a un rival de la entidad de México. Pero aquí el contexto lo es todo. Una final y en suelo de Concacaf. Las aztecas heridas en su orgullo y con su trabuco. Con una liga profesional que se ha consolidado en el último lustro. Piezas como Kenti Robles, Charlyn Corral, Jaqueline Ovalle, entre otras. Dirigidas por el español Pedro López, de dilatada trayectoria en las categorías menores de la Roja femenina. Lo natural es que ganen y por eso es un gran fogueo, para medir la pizarra de Conti y el carácter competitivo de este grupo.

De nada sirve celebrar en la noche de San Salvador por una carambola o una genialidad de Deyna, pero que no sume para el proceso de 2026. Prefiero una derrota que de una lección que sirva para clasificar al Mundial adulto -el verdadero reto- que un triunfo que sea un espejismo. Lo relevante es competirle de tú a tú a México, luego dependerá si la pelota pega al palo y entra, golpea en el metal y sale. Todo para salir fortalecidos de cara al gran reto de este 2023: el debut en los Panamericanos, otro gran fogueo de altura. Esto sin descuidar que el próximo año hay Sudamericanos sub-17 y sub-20, en la búsqueda de terminar una sequía que data de 2016, cuando un grupo regresaba de Jordania y otro salía a Papúa Nueva Guinea.

¿Es ser inconforme con Conti? Sería una desfachatez decir que le han dado de todo, cuando ha habido fechas fifas que no se han aprovechado. Pero lo cierto es que ahora se cumple medianamente con el deber ser, cuando antes había poco y nada. Aparte, el cargo de jefa técnica de selecciones técnica va acompañada con estar bajo la lupa. La gestión de la crítica constructiva, énfasis en constructiva, tiene que ser bien asimilada. Se buscan conclusiones válidas, no sonrisas momentáneas.

La única forma de crecer es apostar por un proceso que de señales saludables y este ciclo ha tomado aire con todas estas medallas. Nadie le pide a este grupo de jugadoras que ganen un Mundial o que goleen a un rival de UEFA. Solo se quiere que en 2026 superen el techo de cristal que se puso en 2018: el sexto lugar en la Copa América. Toda mejoría significará, por lo menos, un repechaje. En una etapa de cambios generacionales en Chile y Argentina. Al tener un nivel muy parejo con Paraguay. Estar un escaloncito por encima de Uruguay, Ecuador, Perú y Bolivia. Si todo sale bien, Venezuela se puede plantear ser la tercera de Conmebol, detrás de Colombia y Brasil. Pero para eso hay que aprender a competir en un nivel más alto. Una buena lección de eso la tendrán el viernes. Por eso y más, ganarse el derecho de jugar contra México es colgarse el oro.